Con la modernidad, los medios de esparcimiento y comunicación acostumbran a estimular el individualismo y el aniquilamiento de los demás. En tal contexto, los juegos infantiles pueden inculcar patrones de conducta para una sociedad basada en la competición irracional y violenta, donde para “ganar” es preciso “eliminar” a los rivales. En el fondo de semejantes males sociales es posible encontrar una verdadera insatisfacción de la necesidad lúdica, lo que conduce a resolver el conflicto interno de cualquier manera. Los psicoanalistas pueden concluir que las personalidades más trastornadas en la adultez tienen sus orígenes en una niñez privada del placer que aporta una recreación ejercida lúdicamente. Esto es, con pleno ejercicio de la libertad.
Frecuentemente ocurre que madre y padre,
inmersos en sus propios mecanismos de escape de la realidad, no prestan la
debida atención a la necesidad lúdica de sus hijos, que queda en "tierra
de nadie". Mejor dicho: en la tierra fértil del niño, quien deberá por sí
mismo dar riendas sueltas a sus ansias lúdicas, recibiendo a veces en
consecuencia la reprimenda de sus mayores, quienes por no cumplir con semejante
deber serían los verdaderos merecedores del castigo.
La vida demuestra que tal castigo puede
llegar de un modo u otro. La falta de comunicación, las divergencias con los
hijos, y hasta el dolor por sus posibles acciones antisociales, es el precio
que pueden pagar los padres que no prestaron la debida atención a las
necesidades lúdicas de sus hijos, como la más efectiva vía para desarrollar en
ellos los valores humanos, la disciplina, el respeto mutuo, la confraternidad y
la confianza común que el juego entre padres e hijos puede propiciar.
El conflicto entre hermanos es uno de los
principales problemas familiares, cuyas causas a menudo los padres no logran
entender, por lo que la situación puede empeorar por reacciones inadecuadas de
los padres frente a la rivalidad entre sus hijos. Estas situaciones
conflictivas en el seno familiar no se dan sólo en las relaciones con los
hijos, sino en gran medida, y con peores consecuencias, entre los adultos, sean
los cónyuges, los padres, suegros(as), y otros parientes que conviven bajo el
mismo techo, haciendo del clima doméstico un verdadero caos.
Si queremos promover
la comprensión de la condición humana cual máxima creación de la
naturaleza; si aspiramos a una Humanidad mejor, formada por
hombres y mujeres que hoy son niños y niñas, debemos asegurarles que se formen
adecuadamente, del modo que sólo la actividad lúdica puede lograr, a fin de
alcanzar, con cada generación, un escalón superior en el perfeccionamiento de
la condición humana, en pos de convertirnos en seres cósmicos, en los
verdaderos habitantes del Universo.
Se propone que el presente proyecto sirva de pauta a empeños semejantes en sitios de Latinoamérica, por la identificación de condiciones y necesidades sociales.
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