EL JUEGO Y EL SENTIDO DE LA GRATUIDAD

Jean Vial (Profesor e investigador, Francia)

El juego y el juguete, formas del afecto de la gente y del calor de las cosas, son tan necesarios al niño como el aire o el alimento. A la familia le toca atender esto; a la escuela, ayudar. Este imperativo inmediato aumenta con una obligación de más largo alcance: resulta que la práctica de los juegos infantiles es la mejor preparación (casi la única) para la acertada ocupación del tiempo libre del hombre del mañana.
Es difícil prever la sociedad del Tercer milenio, pero la escuela ha de preparar a los niños de hoy para ese momento. Al menos, podemos estar seguros de una cosa: el tiempo dedicado al ocio será cada vez mayor, y ocurre que es precisamente en ese tiempo en donde se expresa en mayor medida la autonomía de la persona... La educación, sobre todo la que proporcionan las escuelas, no puede ignorar este tiempo que pronto ocupará la mitad de la existencia humana.
En efecto, ¿para qué servirá enseñar más lenguas, dar los conocimientos necesarios para la vida utilitaria, si este cada cual es abandonado a sí mismo cuando se trata de unos lugares y de unos momentos en que descansa, se distiende, se disfruta...? Muy pronto sería víctima del azar, del capricho social que llamamos moda o pasión.
Lo dramático estará, de hecho, en esta dolorosa contradicción: el hombre, voluntariamente, emplea sus únicas posibilidades de libertad en amputársela; no sólo porque cualquier opción priva al individuo de todas las otras expresiones de la opción, sino también, y sobre todo, porque la reiteración de la opción consentida puede producir el automatismo, la relajación de la conciencia, de la voluntad; es decir: la supresión de la libre elección. 

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