La propuesta de
este trabajo es la de explicar brevemente los tres principales modelos en los
que el fenómeno denominado recreación
se supone inmerso. Desde ya debe quedar claro que lo que sigue no pretende dar
una definición formal, completa y final de cada posición, sino aproximarnos a
las grandes y diferentes concepciones que se manejan en el mundo. Tales
aproximaciones permitirán formar conceptos acerca de los respectivos marcos
teóricos, su significado, el sentido del ocio o del tiempo libre, su relación
con el trabajo, la noción de libertad, el tipo de actividad... En todos los
casos existe una relación marcada entre una temporalidad encarnada en los
términos “tiempo libre” u “ocio”, una acción concreta sobre la
realidad, un grado de libertad expresado en la selección de la acción, y una
satisfacción compensatoria, o creativa, que supone el fin a lograr. A partir de
lo antes dicho podríamos esbozar que la recreación es:
·
Una actividad (o conjunto de ellas);
·
que tiene lugar en un tiempo liberado de
obligaciones exteriores;
·
que el sujeto elige (opta, decide);
·
que le provoca placer (diversión,
entretenimiento, alegría).
Este tipo de
definición habla de un enfoque de la recreación desde lo individual, pero puede
extenderse a lo grupal. Probablemente, la diferencia entre las acepciones del
término “recreación” pase más por la
fuerza de cada uno de los cuatro elementos señalados en tanto su relación con los
restantes. Entonces alguien enfatizará la libertad
(es la actividad que se hace porque sí, porque la elegí); otro, el tiempo en que se da (es todo lo que
hacemos cuando no nos obligan a hacer otra cosa); otro más priorizará lo placentero (es hacer lo que me gusta),
etc.
Lo que
describiremos seguidamente -el recreacionismo,
la primera posición- no debe considerarse un movimiento organizado. Es un
modelo de acción que suele tener las características que se indican a
continuación. Esta concepción enfatiza la idea de las acciones al aire libre,
sean o no organizadas. Caracteriza a la recreación como un conjunto de
actividades que tienen como sentido el uso positivo y constructivo del tiempo
libre. Centra su análisis en los espacios y medios: instalaciones, técnicas de
trabajo, instrumentos o materiales... Su fin es, en general, el uso del tiempo
liberado de obligaciones, de forma placentera y saludable. La actividad más
representativa y casi exclusiva es el juego.
Es el enfoque típico que se desarrolla, particularmente, en Inglaterra y EE.UU.
F. Munné en su trabajo “Tiempo
libre, crítica social y acción política”, dice: “El recreacionismo responde a una sociedad tecnificada e interesada en
que las personas se di-viertan, es decir, se distraigan y ocupen de un modo
socialmente satisfactorio su tiempo de ocio, considerado como un tiempo
excedente, del que se dispone para regenerarse sin degenerarse. Joseph Lee, considerado el padre del
movimiento recreacionista al aire libre, señalaba el valor terapéutico del ocio
al decir que este, además de permitir el goce de la belleza, restablecía el
equilibrio físico y fomentaba la participación en grupos. Es evidente el
carácter compensatorio del ocio así entendido. En Europa, si exceptuamos a
Inglaterra, el movimiento recreacionista ha tenido en general escasa
relevancia. Posiblemente porque responde a un modelo de sociedad ajeno a la
cultura continental”.
El recreacionismo suele considerar a la
recreación como una sumatoria de actividades que tienen lugar al fin de cada
día, de cada semana o en las vacaciones. Tales acciones tendrían como único fin
el divertirse, en tanto se constituye esto en forma de compensación del
cansancio y aburrimiento producido por las tareas cotidianas. No interesa en
demasía el por qué de las actividades más allá del uso del tiempo desocupado.
De allí que lo importante sea brindar una amplia oferta de posibilidades desde
lo gratuito (uso de lugares públicos al aire libre), hasta sofisticados y
onerosos juegos (por ejemplo, aquellos que producen realidad virtual).
En
el caso de actividades estructuradas, en general, el personal que actúa se ha
formado en la misma práctica o proviene del ámbito de la Educación física. La
calidad profesional suele medirse por la antigüedad y la cantidad de recursos
técnicos que poseen. Suelen ser eminentemente empíricos y, algunas veces,
reactivos a concebir una fundamentación de su accionar. Y ese empirismo se
centra mayoritariamente en prácticas ligadas al cuerpo y su desarrollo, en
desmedro de otras formas de cultura (como la plástica, la música, la
literatura, la investigación, el periodismo...). No siempre desarrollan el
planeamiento previo de las tareas, sino que prefieren mantener la
espontaneidad, aunque ello reste coherencia al proyecto de trabajo; suelen
proveerse de un “cronograma” donde la variable central no son los objetivos ni
las actividades, sino el tiempo disponible. La dirección de los grupos a su
cargo suele ser autocrática.
Un segundo modo de intentar
clarificar la noción de recreación está en la animación sociocultural.
Esta nace en la década del 50 de la mano de J. Dumazedier, inicialmente
como metodología de la Educación de adultos, noción que luego se incluirá en la
de Educación permanente, o Educación continua. Sus iniciadores provienen del
campo sociológico, preocupado por la participación social y la educación
popular que debiese proporcionar los conocimientos y actitudes para que el
individuo, a través de acciones grupales, no sólo comprenda su medio sino que
aspire, y aun pueda, transformarlo. Es así que esta posición se inscribe con
características mucho más progresistas, democráticas y humanistas que el
recreacionismo. El término “animación”
está referido a que quienes llevan la tarea adelante, los “animadores”, son movilizadores de las inquietudes de las personas
en el denominado tiempo libre.
Pierre Besnard dice: “La animación sociocultural, ¿de qué se
trata? Para algunos es un método de organización del ocio, a semejanza de las
técnicas de recreación norteamericanas, con una concepción “ocupacional” del
tiempo libre en los individuos; para otros, es un movimiento social de
emancipación de las masas, que debe servir para la expresión de una verdadera
cultura popular... Algunos piensan que es un sucedáneo de la ideología participacionista
que permite una evolución social sin conflictos, mientras que otros opinan que
es un instrumento de la subversión. Pero la animación es también el conjunto de
miles de prácticas culturales, estéticas, deportivas y sociales que se
desarrollan en los clubes, las casas de jóvenes, los hogares y centros
sociales, los campamentos de vacaciones, el turismo social, las marchas y
excursiones al aire libre, naturalismo, manualidades, jardinería, conciertos,
música pop y discotecas, bailes y reuniones, discusiones, clubes de la tercera
edad, clubes de fotografía, cineclubes, actividades lúdicas en grupos pequeños,
teatro, circo, espectáculos animados, debates, fiestas populares, clubes de
lectura, cafés, ciclismo, judo, música, clubes de motociclismo... Estas
actividades se desarrollan con diferentes equipamientos, con la ayuda de
animadores voluntarios o profesionales, formados en la acción o en centros
especializados, animadores que se dirigen, con técnicas y normas pedagógicas
distintas, a públicos diferenciados por la edad, el sexo, el medio, la cultura,
las motivaciones, la profesión... Gente que se constituye en forma de grupos,
movimientos e instituciones: el objeto de la animación y su razón de ser”.
A diferencia del recreacionismo, que se preocupa fundamentalmente
por las actividades, la animación
sociocultural se aboca al análisis de los cambios sociales y culturales y a
cómo el individuo o el grupo van tomando posición. Tiende a un cambio de
actitudes en las personas a fin de participar en las modificaciones de la
sociedad, y haciéndolo conscientemente. La primera propuesta de cambio está en
relación con la comunicación y los grupos, para lo cual la animación sería el
dinamizador por excelencia.
Pero, mientras para algunos especialistas es un método
de adaptación y control de conflictos sociales, para otros es una concepción de
liberación individual y social a través de la participación.
La noción de Educación popular está implícita en
cuanto a que en los orígenes del movimiento de animación sociocultural, en
Francia, grandes sectores de la población no tenían acceso a la cultura y a la
educación y, en todo caso, estas eran monopólicas. La animación sociocultural
se propone como movilizadora de grandes masas y como opción ante el modelo
único de la cultura oficial (no por nada, en los años de postguerra fue en los
sindicatos franceses donde más se desarrollaron las técnicas de animación). De
allí que sea entendida como un método tanto como un conjunto de acciones.
Es común a los dos modelos planteados
la noción de tiempo libre y de ocio (loisir, en francés), en tanto se
acepta, sin un sesudo análisis crítico, que el ocio (como conjunto de actividades) y el tiempo libre (como soporte temporal del ocio) comienzan allí donde
cesa la obligación, es decir: en principio ratifican la oposición entre obligación-ocio y tiempo ocupado-tiempo libre. La animación sociocultural genera una
crítica al sistema social y algunas posiciones internas reclaman modificaciones
sustanciales, en tanto que el recreacionismo no ingresa en el tema, lo que por
omisión implica la aceptación, sin más, del tipo de sociedad y el rol de sus
ciudadanos. Incluso, la animación sociocultural va más allá de la crítica:
intenta construir nuevos modelos de participación, nuevos valores.
Ella plantea que
el ocio, como conjunto de actividades voluntarias y placenteras, cumple con
tres funciones: descanso, diversión y
desarrollo de la personalidad -las tres
D-, que se oponen a las consecuencias generadas por el tiempo obligatorio: cansancio, aburrimiento y automatismos de
conducta. En realidad, el planteo es eminentemente compensatorio o, en
términos de F. Munné, contrafuncional.
En síntesis, se
podría plantear que así como la animación sociocultural es disfuncional al
sistema social en que participa y que la genera, el recreacionismo es
funcional: ni critica ni modifica. El primero es un modelo de análisis de la
realidad, que desarrolla métodos y técnicas en pro de un cambio social,
cultural y personal. El segundo es un conjunto de técnicas para des-aburrirse,
ratificando el conformismo.
Así como
señalábamos que el recreacionismo tenía en Europa un desarrollo notorio sólo en
Inglaterra, podemos ahora indicar que la animación sociocultural, nacida en
Francia, se extendió a todos los países del continente europeo, incluidos
aquellos que pertenecieron al bloque socialista. Y es de destacar que, por
ejemplo, uno de cada cuatro franceses participa en algún grupo, institución o
movimiento donde se desarrollan actividades de animación.
La tercera visión
de la recreación -la recreación educativa- es la menos
conocida y desarrollada. Eso se da por distintos motivos. Uno de ellos es que
su concepción es reciente, si bien se practica desde hace más de tres décadas
en nuestro país. Otra causa es que su planteo es más complejo y su puesta en
práctica, en nuestra sociedad, se da en condiciones desfavorables, ya que
priman en ella los modelos consumistas y no renovadores del recreacionismo.
A diferencia de la
animación sociocultural, nacida como propuesta concreta para la educación de
adultos, la recreación como ámbito de la
educación no formal nace desde la educación infantil postescolar o
extraescolar, y para ser complementaria de la escolaridad. En esa época la
concepción educativa participaba de las posiciones más radicales de la
animación. Hoy podríamos ratificar que este enfoque no es sino una consecuencia
del modelo de la animación, del cual continúa nutriéndose y al cual, a su vez,
aporta.
Pero no es una
consecuencia natural o prevista. Las diferencias, tanto teóricas como
prácticas, son importantes. Si la animación predica la no directividad, esta
posición la ratifica, pero agrega la intencionalidad de la autogestión. Del
mismo modo, si la animación postula
el trabajo con los emergentes grupales, la recreación
educativa lo valida, pero poniendo como prioridad el cumplimiento de sus
objetivos particulares, tanto los de los participantes como los de la
estructura, encarnados en el personal.
Antes de continuar
el análisis debemos dejar claro que muchos autores han incorporado “lo recreativo” a la educación. Pero aquí
debe quedar claro que hablando de recreación
educativa nos queremos referir a un modelo pedagógico, a una teoría de la
educación a la que corresponderá un modelo didáctico. Lo que muchas veces se
hace es tomar técnicas “recreativas” y utilizarlas en el sistema formal: nos
referimos a recursos jugados, divertidos, alegres... pero no a lo que aquí
denominamos recreación educativa, que
implica un cambio de fondo y no de forma en la concepción de la actividad
pedagógica cotidiana.
Estas técnicas
“recreativas” son didácticas, se refieren al cómo. En cambio, la recreación educativa se refiere a la Pedagogía,
al por qué y al para qué de cada una
de sus acciones. Y tiene lugar fuera del ámbito de la escolaridad; es, de
alguna manera, su complemento.
Así como el recreacionismo se desarrollaba en torno a la Educación física, y la
animación a partir de los sociólogos
estudiosos del ocio, la recreación
educativa es propiciada por educadores participantes del modelo formal (la
escuela) y del no formal (esencialmente en colonias de vacaciones y clubes
infantiles), que parten de la concepción de educación
permanente y del ejercicio de la libertad en el tiempo, actuando
supletoriamente ante la incapacidad del sistema formal para hacerlo.
Así, por ejemplo,
cualquiera de los tres enfoques organizaría una actividad campamental afirmando
que tal actividad es recreativa. Y tendría razón desde sus principios. Para la
primera posición (recreation) por ser
una actividad saludable al aire libre; para los segundos (loisir) por ser una tarea grupal movilizadora de formas culturales;
para la tercera no habría inconvenientes en considerar válidas ambas líneas
argumentales, pero no suficientes. Falta analizar los roles protagónicos de los
participantes, las formas organizativas, la noción de progreso permanente, los
niveles de decisión, el planteo y desarrollo de objetivos educativos, etc. Esto
es: el compromiso con la actividad y sus resultados por parte de cada uno de
los participantes. En todo caso, una actividad será más recreativa, en este
tercer sentido, cuando mayor sea el grado de autogestión logrado.
Intentaremos mostrar más en detalles
algunas nociones. Comúnmente la idea de libertad que manejamos hace referencia
a algo fundado en conceptos que no siempre tenemos muy claro, pero que en la
práctica implican sólo un permiso: yo soy libre de hacer algo, o de no hacerlo según me lo permitan o no
lo hagan. Por tanto, no soy libre a
menos que algo, alguien o todos, así lo decidan. La libertad consistiría en
que no me obliguen. Curiosamente, el “tiempo
libre” tendría el mismo carácter: es el tiempo en que no me obligan, que me
permiten. Y por eso se concibe un tiempo ocupado, obligatorio o de trabajo, y
su opuesto: el tiempo libre. Pero en realidad este último sólo es libre de la
ocupación, de la obligación o del trabajo. ¿Por qué no denominarlo mejor “tiempo libre de trabajo”? Lo que queremos discriminar es el tiempo en que
no me obligan, confundido con el concepto de tiempo libre, del verdadero tiempo
libre, aquel donde ejerzo mi libertad, no porque otro me permita, sino porque
yo me exijo. La libertad -y el grado de desarrollo de la misma- no consistirá
en la falta de obligaciones exteriores, sino en la mayor o menor carga de obligaciones
interiores. El tiempo libre
será aquel en que más cumplo con esas obligaciones interiores.
Y, ¿cuál es el papel de la
recreación educativa? Generar las condiciones para la comprensión de la
libertad en la práctica concreta: recreación será la educación en y del tiempo
libre. Tiempo libre que se inicia como “liberado de obligaciones” para luego acceder al “libre para las obligaciones interiores”.
Trataremos, en un ejemplo, de caracterizar esta posición: en la actividad
campamental citada más arriba debiésemos tener en cuenta si los participantes
elaboraron el proyecto, la organización, la puesta en marcha, etc.
Si fue así,
habrían pasado por experiencias de campamentos con idea de proceso; estarían
formándose en un tiempo no obligatorio para, paulatinamente, ser cada vez más
los protagonistas de esta última actividad, y sentirse ellos obligados a pensar
y desarrollar, lo que supone placer, pero ahora creativo.
No es factible
explicar con detenimiento en este trabajo cómo “funciona” la recreación
educativa, sino sólo proporcionar algunas líneas argumentales. El desafío
consistirá en leer, criticar, interrogar y analizar cómo se accede a la
libertad del hombre. Por allí transcurre la idea de la recreación educativa,
que no es un método más; es una concepción educativa diferente hacia la
formación de un hombre no sólo libre del tiempo, sino también, y
fundamentalmente, en el tiempo.
- Pablo Waichman (Docente e investigador, Argentina)
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